"Por las buenas" logramos lo que queremos!
Por Angela Marulanda, Autora y Educadora Familiar

Me fascina el deseo de renovación a que nos invita el inicio de un nuevo año. Es como estrenar un cuaderno en blanco, con 365 páginas por llenar, que por lo general se empieza con una cuidadosa lista de propósitos. Aprovechemos el entusiasmo que nos ofrece la ilusión de este comienzo para poner en marcha ese profundo deseo de ser mejores personas y evitar así que caigan en el olvido las buenas intenciones con que amanecimos en el 2003.

Un buen inicio puede ser proponernos a mejorar nuestras relaciones con quienes nos rodean. Para esto no hace falta tiempo, ese enemigo al que siempre culpamos de sabotear hasta nuestros mejores propósitos. Lo que requerimos es centrar nuestros esfuerzos en dejar de tratar de cambiar a los demás, especialmente a nuestros seres queridos, para dedicarnos cambiar la forma como los tratamos.

Es tan fácil ver claros los defectos de quienes nos rodean que dedicamos mucho esfuerzo a señalárselos e insistirles en que los corrijan. Paradójicamente, nuestros hijos, que son las personas que más amamos, son así el blanco al que se dirigen la mayoría de nuestros reproches.

Parece que olvidamos que hay dos cosas que afectan profundamente a cualquier persona: la agresividad y la amabilidad. La agresividad no sólo incluye pegarle, insultarla o atacarla violentamente. Cuando criticamos a una persona también la estamos agrediendo. Las reproches y demás señalamientos negativos son hirientes, y por ello los hijos reaccionan justificándose y contraatacando. Por lo tanto, lo usual es que se centren en defenderse, no en revisarse y menos aún en cambiar.

Un efecto igualmente poderoso, pero contrario, ocurre con la amabilidad (de amar). Se ha visto que la gente no puede resistirse a un trato amable sin sentir un innato deseo de complacer a quien así lo trata. Si una persona nos hace una observación en con cariño, mejor dicho "por las buenas", nos está diciendo que somos dignos de respeto, y la seguridad que nos da el sentirnos apreciados nos permite reconocer nuestros errores y procurar enmendarlos. Por algo a menudo la gente dice "conmigo por las buenas, logran lo que quieran".

Como por esta vida sólo pasaremos una vez y nunca volveremos repetir un mismo día, propongámonos a dejar una huella amable en cada una de las personas con quienes nos crucemos en el camino. La amabilidad es una llamada amorosa al corazón, y es allí desde donde surge en nosotros ese sincero deseo de ser mejores personas.

No es posible comenzar de nuevo nuestra vida, pero sí comenzar a construir un mejor destino. Y será mejor en la medida que más nos acerquemos a ser la clase de padres que soñamos ser.
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